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Desayuno de trabajo 31-05-2017

Perspectivas de la Economía Argentina

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  • En las últimas semanas la situación política en Brasil se ha visto agravada. Brasil constituye un ejemplo de un país emergente que ha funcionado bajo la lógica de la financiarización. La evolución del PIB de los últimos dos años —que exhibe una contracción del 7.2%— representa la caída más profunda de su historia, incluyendo la contracción observada durante la gran crisis mundial de 1930.
  • Los gobiernos populares del PT impulsaron una profunda redistribución progresiva del ingreso, pero el patrón de acumulación continuó subordinado a la lógica de los “mercados”. El carácter procíclico de los ajustes fiscales desenvueltos condujo a la recesión y al aumento sensible de la tasa de desocupación. Tal circunstancia se acentuó en lo que va del corriente año.
  • Con anterioridad a la crisis política, las proyecciones sobre el crecimiento económico de Brasil eran prácticamente nulas (0.2% fue la última estimación del FMI). Ya entonces la posibilidad de tracción de la economía brasileña sobre la economía argentina era inexistente. Si bien la correlación entre ambas economías existe, esta dista de ser lineal y está mediatizada por la respuesta de política económica que asume el gobierno nacional. La experiencia de 2015 es un buen ejemplo en ese sentido (Brasil caía y la Argentina creció).
  • La industria es el sector más afectado por la recesión brasileña. Por el lado de las exportaciones, entre 2003 y 2013 dicho mercado duplicó su importancia como principal destino, pasando de representar el 26% del total de las ventas externas de bienes industriales al 52%. Desde entonces su participación se fue achicando hasta alcanzar el 32% en la actualidad.
  • Lograr una mayor diversificación de los mercados para las exportaciones argentinas, objetivo planteado por el Gobierno para disminuir nuestra “Brasil-dependencia”, representa en el mejor de los escenarios un proceso lento. Difícil en un contexto internacional como el actual, donde el comercio sigue creciendo a una tasa que apenas alcanza la mitad de la dinámica observada con anterioridad al estallido de la crisis sub-prime. El principal determinante de la ampliación del desequilibrio bilateral es el incremento de las importaciones exacerbado desde la política comercial por la relajación de las regulaciones. La administración del comercio asume un rol crítico en esta coyuntura.
  • En un contexto de apertura de la cuenta capital, los riesgos más sensibles que potencia la crisis brasileña se ubican en el canal financiero más que comercial, dada la creciente subordinación de la economía al endeudamiento externo. En la práctica, las reservas están mayormente constituidas por dólares prestados; no se trata de dólares comerciales, producto del trabajo argentino. Las reservas ya son también un producto financiarizado.
  • Se ha producido un cambio sensible en la composición de la oferta de dólares en Argentina, donde los de origen financiero ganan creciente ponderación. Contrariando el declarado objetivo oficial, en los últimos 16 meses las divisas obtenidas del comercio exterior se redujeron un 16% respecto al promedio del quinquenio anterior.
  • La liberalización completa del mercado de cambios y la cuenta de capital no ha redundado en un aumento de la inversión productiva. En cambio, los excedentes (nacionales e internacionales) se han canalizado al negocio financiero, en el que se obtiene un rendimiento considerable. Financiarización mediante, los agentes productivos también se anotan en la bicicleta.
  • El contexto pro-mercado que ha establecido el Gobierno no ha logrado desarticular el fenómeno de fuga que caracteriza a la economía argentina. Por el contrario, el atesoramiento viene en aumento.
  • La utilización de los dólares en la economía argentina pone en contexto el impacto macroeconómico que produce la fuga. Mientras que en el año 2016 el atesoramiento resultó equivalente al 52% de los pagos por importaciones, en el primer cuatrimestre de 2017 esa relación aumentó al 83%. Se trata de excedente que se le resta a la esfera productiva y que representa al mismo tiempo un factor con gran poder desestabilizador.
  • En un contexto así, el nivel óptimo de reservas puede resultar una quimera. Con un stock de Letras y Pases que ya supera largamente el total de las reservas internacionales, la pregunta es de qué forma podríamos hacer frente a un efecto estampida. El BCRA responde que nos encontramos en un sistema de tipo de cambio flexible. La factibilidad económica y política de esa vía de ajuste está francamente acotada.
  • Hemos regresado a la vulnerabilidad propia de la apertura plena de la cuenta capital. La política cambiaria y monetaria pierde gobernabilidad. La tenencia de los instrumentos de regulación del BCRA indica que los bancos han perdido participación relativa, al tiempo que se incrementado la participación de las tenencias del sector privado no financiero. Este excedente de liquidez ya alcanza un monto equivalente a US$ 62.000 millones: un 35% superior al monto total de las reservas internacionales.
  • El perfil de vencimientos de estos pasivos agrega desasosiego. El 21 de junio vence un monto equivalente al 70% de las reservas. La capacidad de maniobra de la autoridad monetaria es por lo menos discutible. Un tipo de cambio flexible no puede —fuera del manual— sacarnos del embrollo. Por el contrario, una respuesta de manual nos hundiría en una espiral inflacionaria incontrolable.

Disertación del Dr. Carlos Vilas

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