
El impuesto a las grandes fortunas
Venimos de años difíciles
Los últimos 4 años han significado un fuerte deterioro de la situación social de los trabajadores, aumento de la informalidad y la extensión de la pobreza y la indigencia.
Según estadísticas oficiales, el poder adquisitivo del salario cayó un 17% en el sector formal y más del 23% en el sector no registrado. Al mismo tiempo, la pobreza se ubica en un nivel superior al 35,5%, 8 puntos porcentuales más que el segundo semestre de 2015, o el equivalente a 3,2 millones de personas.
Debido a ello, el balance del período en términos de distribución del ingreso fue bastante claro: una disminución de la parte del ingreso destinada al trabajo y más enriquecimiento en algunos sectores de la cúpula empresarial, especialmente la vinculada a la exportación, las finanzas y la energía, estas últimas firmas, beneficiadas por los cambios tarifarios.
Solamente estos datos justifican que se evalúe seriamente avanzar en un impuesto progresivo a los más altos ingresos. En esta línea se ha decidido avanzar, y aunque sea por única vez, en gravar las grandes fortunas.
Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo Nº 393, 27 de abril de 2020.
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