
De aquellos polvos vienen estos lodos: los altos costos provocados por el desmantelamiento de las regulaciones cambiarias
Refugiándose en la falacia de las “pesadas herencias”, el Gobierno insiste en desvincular el deterioro que se verifica en todos los indicadores macroeconómicos de las propias decisiones de política adoptadas a lo largo de su primer año de gestión.
Esto no implica desconocer un conjunto de problemas e inconsistencias en el esquema macroeconómico kirchnerista. Sin embargo, durante el año 2016 los desequilibrios se han profundizado. En este contexto, el Gobierno intenta naturalizar como un dato la “salida exitosa” del régimen de control de cambios (mal llamado “cepo”) haciendo caso omiso de las serias perturbaciones que esa decisión generó y sigue generando sobre el funcionamiento de la economía. Su consecuencia más inmediata fue un ajuste del 61% en el valor del dólar que, contrariando la hipótesis del ex ministro Prat Gay –que sostenía que la economía ya funcionaba con un paridad cambiaria de 16 pesos por dólar–, impactó rápidamente en una aceleración de la tasa de inflación, llevándola a su registro más alto desde la crisis de la convertibilidad en 2002.
La “lluvia de dólares” que había anticipado el Gobierno nunca se produjo, el desequilibrio de la cuenta corriente se acentuó y la fuga de capitales terminó superando los niveles registrados durante la gestión anterior. De poco sirvió para alterar estas tendencias el apresurado acuerdo con los fondos buitre.
Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo nº 373, 30 de enero de 2017. Para acceder al artículo completo, Usted puede suscribirse comunicándose con Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo., o adquirir este número solamente.