
La modificación de la distribución funcional del ingreso heredada es un objetivo que todavía el Gobierno no ha podido materializar plenamente
La reducción del costo laboral –salario directo e indirecto– es parte del núcleo duro de las estrategias de “oferta” impulsadas por el pensamiento ortodoxo que ha vuelto a guiar la política económica.
En los dos últimos años, sin embargo, la capacidad negociadora de las organizaciones sindicales y de los movimientos sociales condicionó el objetivo oficial por imponer una mayor reducción de la masa salarial en la distribución funcional del ingreso. Durante 2017 los ajustes pactados en la negociación paritaria permitieron que la remuneración del trabajo recuperara una parte de la pérdida acumulada en 2016. La apreciación de la moneda, sin embargo, determinó que para las empresas el salario en dólares aumentara, superando los niveles de los 5 años previos. Se trata de una de las tantas distorsiones que provoca la decisión del BCRA de dejar en manos de los operadores financieros el nivel del dólar.
La discontinuidad que el INDEC ha generado en varias series estadísticas relevantes, incluyendo las del mercado de trabajo y distribución del ingreso, hace muy difícil la comparación histórica. Los cambios metodológicos, por su parte, impiden un análisis homogéneo de los datos. Mediciones alternativas como la elaborada por el CETyD, que estimó la participación de los asalariados privados en el PIB privado, indican que el nivel alcanzado en 2017 resulta ligeramente inferior al de 2015. Este cálculo no incluye a los trabajadores estatales ni a los no registrados.
Revista Fide, Coyuntura y Desarrollo nº 380, 14 de febrero de 2018.
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